clasismo, internacionalismo, socialismo

“Algo debe cambiar y la vía no se encuentra trazada por un desarrollo dentro de los marcos que nos ofrece el capitalismo. Ningún desarrollo en este marco garantizará las necesidades de los millones de niños, mujeres y hombres de América. Ninguna inteligente acción desarrollista-nacionalista que no ponga en juego la cuestión del poder para la clase obrera y el pueblo y la sustitución del capitalismo por el socialismo, garantizará esas necesidades.”

jueves, 1 de septiembre de 2011

Breve pieza tragicómica

Melodrama Para Perder

(Mirar Llorar Notar - Tirar)


“Hace décadas, en un pequeño reino, una poderosa organización tenía un plan para tomar el poder: era el plan Hipopótamo; también tenía otro plan, el Collar; y otro más, el Tatú y otros muchos, muchos planes más; planes de ocasión. Pero como todo es negociable...

Ahora, uno de aquellos jefes históricos gobierna el pequeño reino desde su quincho.

Cualquier similitud en esta historia con hechos y personajes reales no es ninguna coincidencia aunque sí una desgracia.”


Personajes:

Elustroso Felando Huidizo

Julius Marxenbaldes

Pepus Musticia

Lucrecia Laintrigansky

Malvicio Rostrostone

Rufus (espectro)

Rufito (hijo de... el espectro)

Centinelas: Bienblando y Mancebo


ACTO I

Escena primera


(En un amplio quincho, escasamente iluminado, Pepus y Lucrecia toman mate y escuchan una radio que transmite canciones populares; Julius camina con el Manifiesto en la mano y murmura; arrastrándose, entra en escena Elustroso)

Elustroso:

La vamos a encontrar; ¡la vamos a encontrar! Por más que se nos vuelva aguja en un pajar.

Lucrecia:

¿Ta cantando el Elustroso, Pepus?

Pepus:

No es de ahora, vieja.

Lucrecia:

Esa canción me suena, Pepus... pero no es lo que está de moda en la radio.

Pepus:

¡Elustroso! ¿Qué hacés, hermano?

Elustroso:

Estoy buscando una cosa, Pepus. La vamos a encontrar...

Pepus:

¿Se puede saber qué es, Elustroso?

Elustroso:

La estrategia, Pepus; la estrategia. Nos quedamos sin estrategia pero la vamos a encontrar.

Pepus:

¿Pero así, compañero? ¿Arrastrándose por el suelo le parece que la va a encontrar?

Elustroso:

Es la costumbre Pepus; años de costumbre.

(Entra en escena Julius, dando gritos y con una actitud destemplada)

Julius:

¡Lucha armada, lucha armada! ¡Pólvora, revolución, granada!

(Pepus ceba otro mate a Lucrecia y, enarcando las cejas, comenta por lo bajo)

Pepus:

Tibio y lavado...

Lucrecia:

¿El mate? Si recién lo preparé Pepus.

Pepus:

No vieja, no. Como te digo una cosa te digo la otra.

Lucrecia:

No entiendo, viejo.

Pepus:

Ya sé, Lucrecia; no importa.

Elustroso:

¡Julius! ¡Julius! El imperio se ha vuelto más agresivo; debemos aguardar que el proletariado asuma su papel en los países centrales.

Julius:

¡Lucha armada! ¡Lucha armada! ¡piedras, bazucas, granadas!

Pepus:

Ta dado vuelta...

Lucrecia:

Viejo; ¡te dije que recién lo preparé! ¿No me entendés?

Pepus:

¡No-ha-blo-del-ma-te! Traé unos bizcochos, Lucrecia, y no hay apuro; tomate tu tiempo.

(Lucrecia hace mutis por el foro)

Pepus:

¡A ver, ustedes dos! ¿Qué carajo les pasa?

Julius:

¡Hay que tomar el poder! ¡Lucha armada! ¡miguelitos, molotovs, granadas!

Elustroso:

El poder también puede ser des-construido... Aunque si vamos a tomar algo me anoto.

Pepus:

(susurrando)

Es lo que hay, valor...

(Fin de la primera escena)


Escena segunda


(Entra Lucrecia con una bolsa de bizcochos; Julius hace malabarismos con tres granadas)

Lucrecia:

¡Pepus! ¡¿Qué hace Julius?! Vamos a volar todos por el quincho.

Pepus:

No te preocupes vieja; dice que ya las probó y no funcionan.

Lucrecia:

Viejo, sé que parece mentira pero cada vez entiendo menos.

Pepus:

Dice que se está entrenando.

Lucrecia:

Pensar que antes íbamos a Libia y lugares así.

Pepus:

Viejita... andá a dar una vuelta por la quinta. Y no hay apuro; tomate tu tiempo.

(Lucrecia, otra vez, hace mutis por el foro)

Pepus:

¡Elustroso! Vení, arrimate un poco.

(Arrastrándose, Elustroso llega a los pies de Pepus)

Pepus:

Voy a confesarte algo, hermano, mientras el Julius acciona.

¿Sabés que todas las noches sueño y me despierto sudando y agitado en la catrera y después me cuesta un disparate dormirme de vuelta?

Elustroso:

A mí me pasa lo mismo, Pepus. Pero el mío es un sueño recurrente. ¿Con qué soñás, Pepus?

Pepus:

Depende, hermano, depende. Como sueño una cosa sueño la otra pero después me despierto y no hay caso; no puedo volver a pegar un ojo.

La otra noche, por ejemplo, soñé con Saravia.

Elustroso:

¡Aparicio! Debe ser una señal, Pepus.

Julius:

¡Aparicio! ¡Aparicio! ¡Lucha armada! ¡A las cuchillas, sable en mano, granadas!

Pepus:

Me está empezando a caer pesado...

Elustroso:

Dejalo; es puro método y lo que necesitamos es estrategia. Hablame de Aparicio.

Pepus:

¡Ma qué Aparicio ni qué ocho cuartos! Soñé con el que era senador y de repente resultaba que llegaba a presidente, Elustroso; ¿Te das cuenta? No pude dormir más.

Elustroso:

Ta jodido... ¿Y qué más soñaste?

Pepus:

A veces sueño que me cagaron a tiros.

Elustroso:

Los sueños sueños son...

Pepus:

(mirando hacia Elustroso con cierta molestia)

Otras veces sí que tengo pesadillas; sueño con Rufus. Sueño que aparece y me mira; serio, me mira.

Elustroso:

¿Y te habla?

Pepus:

Dice no me entrego; no me entrego.

(Silencio)

Elustroso:

Yo te entiendo Pepus. ¿Puedo contarte el sueño recurrente?

Pepus:

Contame.

Elustroso:

Sueño que voy a una tienda de mascotas.

Pepus:

¿Estás con resaca, Elustroso?

Elustroso:

Imposible, Pepus; para tener resaca hay que parar de tomar y yo...

Pepus:

¿Pero qué carajo es eso de la tienda de mascotas?

Elustroso:

Dejame contarte, Pepus. Voy a una tienda de mascotas y pregunto si tienen un hipopótamo, pregunto. Me dicen que tienen uno; me lo traen. Cuando lo miro... no sabés, Pepus. ¡Me entró una emoción!

Pepus:

¿Vos estás bien, Elustroso? Me parece que no quedaste bien.

Elustroso:

Escuchame. Cuando veo el hipopótamo casi lloro; era enorme, precioso. Hasta un collar tenía; un collar con cuentas de colores. Dije: ¡Me lo llevo!

Julius:

¡Rinocerontes! ¡Rinocerontes! ¡Lucha armada! ¡Tatú, insurrección, granada!

Pepus:

Por qué mierda habrá dejado la carpintería...

Elustroso:

Escuchame a mí, Pepus. Me lo llevé; salió carísimo pero yo dije: después se lo vendo a cualquiera y me hago unos mangos en el pasamano pero mientras, Pepus... ¡Pepus! No sabés.

Pepus:

Hacela corta, Elustroso.

Elustroso:

Yo me subía al hipopótamo y desfilaba por 18; la gente desde los balcones y las veredas me aplaudía, me ovacionaba, me arrojaba flores, guirnaldas y así, bajo palio, llegaba hasta la estatua de Artigas; me bajaba del hipopótamo y me subía a babuchas de Don José, me subía.

Pepus:

¿Y el hipopótamo?

Elustroso:

Se lo cambié a un blandengue que bajaba la bandera; me dio una petaca.

Pepus:

¿Y el collar?

Elustroso:

Me lo tuve que meter en el culo pero qué importa; a esa altura... Digo: desde esa altura.

Pepus:

¿Y después?

Elustroso:

Después me bajaba; ¡pero la plaza estaba tan florida!

Pepus:

Andá a la quinta a ver si encontrás a la Lucrecia; y tomate tu tiempo; o lo que quieras... no hay apuro.


*


Acto II

Escena primera


(Entra Lucrecia seguida , al rastro y al rato, por Elustroso)

Lucrecia:

¡Pepus! ¡Viejo! Los centinelas han visto una sombra; han visto...

Pepus:

La cagué; el Elustroso los convidó con algo.

Lucrecia:

No, Pepus, te juro; yo no vi nada pero los centinelas...

Pepus:

¿Qué vieron esos?

Lucrecia:

Dicen que una sombra; un espectro.

Julius:

¡Lucha armada! ¡Lucha armada! ¡Comunismo, liberación, granadas!

Pepus:

Dale al Julius una que explote... pero antes decime algo, en serio: ¿Elustroso los convidó con algo?

Lucrecia:

¡Pepus! Elustroso va cuando yo vine; se arrastra. ¡Lo sabés, viejo!

Pepus:

¡Llamá a los centinelas! Y andá a preparar algo pa la cena; tomate tu tiempo. No hay apuro.

Lucrecia:

¿No te interesa escuchar lo que me dijeron?

Pepus:

Andá a hablar con Julius; tomate un rato. No hay apuro, dije. Si no querés cocinar llamá al delivery, llamá.

Lucrecia:

No entiendo...

Pepus:

Andá Lucrecia; andá.

(Lucrecia, una vez más, hace mutis por el foro)

(entran dos centinelas: Bienblando y Mancebo)

Bienblando:

¡Eminencia! ¡eminencia! ... ¡He; minencia! ¡Musticia!

Pepus:

¡Santo y seña!

Centinelas a coro:

¡Tatucera y torta frita!

Pepus:

(susurrando)

Solo yo...

(gritando)

¡Por el culo y servilleta!

Mancebo:

Eminencia; hemos visto una sombra...

Pepus:

Soy todo oídos; díganme...

Centinelas a coro:

Me... ¡mee!

Pepus:

¿¡Me están jodiendo!?

(entra Lucrecia)

Mancebo:

Eminencia; con respeto. Hemos visto un espectro.

Lucrecia:

Sería Elustroso, sería.

Pepus:

¿Que han visto qué?

Centinelas a coro:

¡Un espectro! ¡un fantasma!

Julius:

¡Lucha armada! ¡lucha armada! ¡Recorre el mundo! ¡organización, internacional, granada!

Pepus:

¡Basta! ¡basta! Lucrecia: hacé lo que te pido; y si no... mutis por el foro.

Lucrecia:

¿Y yo qué hice?

Pepus:

Y vos: ¡Julius! Dejate de joder que la cosa está salada.

Julius:

(totalmente fuera de sí y blandiendo el Manifiesto)

¡Lucha armada, lucha armada! ¡mueran Gramsci y Feuerbach!; Hipótesis, tesis y antítesis. ¡Al brumario Bonaparte! Ho Chi Min y Tao Te King... muera Moscú; muera Pekin; muera Cuba, por las dudas, y también muera Fidel. ¡Lucha armada, lucha armada, chau Pinela y la ortodoxia! Y si sobran otras cosas... ¡lo que falta es por hacer! ¡Lucha armada, lucha armada! ¡A la guerra, a la bomba, a la granada!

(jadea)

Pepus:

Lo único que me falta es que ahora aparezca Malvicio y estamos todos.


*

Acto III


Escena primera


Pepus:

A ver, centinelas; díganme qué vieron; con calma y de a uno.

Bienblando:

Un fantasma, eminencia.

Mancebo:

Para mí que era un espectro.

Bienblando:

Sin embargo tenía forma de fantasma, tenía.

Mancebo:

Era un espectro, Bienblando.

Pepus:

Si era bien blando entonces era un fantasma.

¿Qué hacía?

Centinelas a coro:

Miraba para el quincho y se agarraba la cabeza.

Pepus:

¿Y tenía aspecto reconocible?

(Bienblando y Mancebo se miran y dudan)

Pepus:

¡Respondan! ¡No sean nabos!

Centinelas a coro:

Igualito al Rufus, eminencia; igualito.

Pepus:

¡Salgan y vigilen!

(susurrando y tomándose la cabeza con ambas manos)

Agarrate Catalina...


(Fin de la primera escena)


Escena segunda


(Anunciándose, con las palmas, ingresa al quincho Malvicio Rostrostone)

Malvicio:

Que qué hacés, Pepus ¿co cómo andás?

Pepus:

Mal pero acostumbrado; viniste sin avisar, Malvicio.

Malvicio:

¿Mal mal momento?

Pepus:

No... ¡bárbaro! Ahí tenés al Julius en acción directa; la Lucrecia en babia, como siempre; el Elustroso haciendo surcos por ahí y de remate los centinelas me dicen que vieron un fantasma igualito al Rufus, igualito. Y ahora llegaste vos. Falta que aparezca Danilus con algún impuesto nuevo y otro video en interné y cartón lleno.

Malvicio:

Yo yo venía para mostrarte el libro que que acabo de terminar, Pepus.

Pepus:

¿Otro cuento más, Malvicio?

Malvicio:

No es cuento, Pepus. Es puro teatro.

Pepus:

Si lo escribiste vos da lo mismo, Malvicio. ¿Cómo se llama?

Malvicio:

Los ilícitos económicos en en clave Morse y las las volteretas afuera de un aljibe.

(reptando, entra Huidizo; atrás Lucrecia... es tan lenta...)

Elustroso:

Sé que no me van a creer pero afuera hay una sombra; un espectro. Un fantasma.

Lucrecia:

Se multiplican, Pepus. ¡Se multiplican!

(Pepus mira a Lucrecia de una manera lastimosa)

Lucrecia:

Ya sé; me voy.

(Otra vez más, Lucrecia hace mutis por el foro)

Julius:

¡Gigante bobo! Gigante bobo! ¡Lucha armada, lucha armada! ¡honda, chumbito, granada!

Pepus:

¡Los tres!; vayan a tomar algo; no se les ocurra volver enseguida.

(Velozmente, incluso Huidizo, que se contorsiona, hacen mutis por el foro con rostros de satisfacción)

Pepus:

(a solas y en un susurro)

Voy a llamar a Rufito para que encare a la sombra; espero que le dé la nafta, espero.


*

Acto IV


Escena primera


(afuera del quincho aguardan centinelas; salen Pepus y Rufito que ha llegado rapidito)

Centinelas a coro:

¡Eminencia, eminencia! Ya se acerca la presencia.

(aparece la sombra; con un gesto llama a Rufito; éste acude; donde lo llaman, acude)

Rufito:

¡Papi, papi del alma!...estás hecho un espectro.

Rufus:

Hijo... hijo de... vos estás hecho un fantasma. Y ellos... ellos, son innombrables.

Rufito:

Así les llamaban antes, papi.

Rufus:

He venido hasta aquí porque ha llegado la hora de la venganza; deberás elegir si renuncias a mí, definitivamente o, en cambio, serás mi instrumento.

Rufito:

Papi, todos me piden lo mismo; yo así no puedo.

Rufus:

¡Callate y escuchá!

Rufito:

¿Viste? Todos me dicen lo mismo; yo así no sé.

Rufus:

¡Basta! Es hora que asumas tu papel; deberás poner mucha energía en esta industria.

Rufito:

Bueno, yo en los papeles estoy en industria y energía.

Rufus:

No hables más, te lo pido; sólo escuchame y hacé exactamente lo que te voy a decir.

(Rufito asiente; está preparado para eso. Pepus y los centinelas observan a la distancia sin oír el monólogo que acontece)


(Fin de la primera escena)


Escena segunda


(Rufito se acerca a Pepus con semblante confuso)

Pepus:

¿Decime, Rufito... ¿era él?

Rufito:

Mismo...

Pepus:

¡¿Qué te dijo?! ¡Decime!

Rufito:

Que las papas queman, que meta huevo, que la revuelva y que haga algo.

Pepus:

Carajo... ¿Y qué vas a hacer?

Rufito:

No tengo otra alternativa que seguir su consejo.

Pepus:

¿Nos dejás, Rufito?

Rufito:

Y sí; me voy a casa a hacer la tortilla que me pidió papá. Nos vemos mañana.

Pepus:

(en un casi inaudible susurro)

No sos normal...


*

V y último Acto


Escena primera


(Los centinelas permanecen afuera; Pepus se halla otra vez en el quincho; han regresado Huidizo, Julius y Malvicio; ingresa Lucrecia con la cena pronta)

Lucrecia:

¡A la mesa! Vamos que se enfría.

Pepus:

¿Qué preparaste, Lucrecia?

Lucrecia:

Para vos y para mí una pulpita jugosa; para el resto falda pero les decimos que es asado y ya está.

(Se acercan Huidizo, que se instala a los pies de Pepus; Julius y Malvicio, que toman asiento a los lados; Pepus ocupa la cabecera; Lucrecia sirve la comida y toma su lugar frente a su esposo)

Elustroso:

¡La encontré! ¡la encontré!

Pepus, Julius y Malvicio a coro:

¡¿La estrategia?!

Elustroso:

No; la carne. Entre la grasa y los huesos la encontré; ¡La encontré!

Pepus:

(Con su rostro ensombrecido y luego de un largo silencio, cosa rara, dice)

Hagamos un pacto.

Lucrecia:

¿No estaba hecho hace rato?

Pepus:

Terminá de comer y andá a lavar los platos; dejame con estos tres que tenemos que hablar en serio.

(La cena transcurre en silencio; finalmente Lucrecia hace mutis por el foro, por última vez)

Pepus:

Escúchenme los tres; hay que refundar el reino; si nos tenemos que tragar sapos y abrazarnos con las culebras no importa. Necesito alguien que se encargue de hacer un plan.

Elustroso:

¡A mi juego me llamaron! Me ofrezco como voluntario, Pepus.

Pepus:

Tenés cuarenta y ocho horas; ¿tenés claro lo que quiero, hermano?

Elustroso:

¡Un plan! ¡un plan para refundir el reino!

Pepus:

¡Huidizo!; dije refundar, no refundir.

Elustroso:

Ah... paso.

Pepus:

Andá a tomar aire, Elustroso; no hay apuro para nada. Tomate tu tiempo.

Elustroso:

Me llevo la botella, me llevo.

(Huidizo se dirige hacia el exterior; al llegar afuera dice, en voz alta, a los centinelas)

Elustroso:

¡No disparen! Soy Huidizo...

Centinelas a coro:

El que toma y no convida tiene un sapo en la barriga.

Elustroso:

Ni en pedo; la yatebo en mía.

Centinelas a coro:

Recibirás tu merecido.

(Dicho esto pisan, patean y escupen los restos de Huidizo y huyen hacia la oscuridad; la Sombra observa y sonríe)


(Fin de la primera escena)


Escena segunda


(En el quincho, Pepus, Julius y Malvicio, discuten acaloradamente)

Pepus:

¡Yo soy un derrotado por Harvard pero no me banco la idea de que el Saravia llegue a presidente y menos que menos que el que te dije vuelva en el 2014; ¡Quiero un plan!; los escucho.

Malvicio:

Ha hablá con La La Larañaba y y hacemos el frente gra grande, hecemos.

Julius:

¡No! ¡no! Tenemos que volver a las fuentes. ¡Lucha armada! ¡lucha armada! ¡dialéctica, insurrección granada!

Malvicio:

E esa película ya la vimos, Julius. Ahora te tenemos que ser tácticos, tenemos.

Julius:

¡Armas tácticas! ¡armas tácticas! ¡tecnología, face buk, granada!

(Pepus mantiene su cabeza contra la mesa y se la agarra a dos manos; la cabeza)

Malvicio:

¡No Ju Julius! El arma es es la cultura, la hege hegemonía.

Julius:

¡Reformista! ¡reformista! Tu cultura es la revista; ¡documentos, documentos! ¡coordinador, clandestinidad, granada!

Pepus:

(Con el rostro desencajado y con la paciencia agotada, grita)

¡De-jen-sen-de-jo-der! ¡Va-yan-sen-pa-fue-ra! ¡Carajo! ¡Nabos! ¡quiero una solución no más problemas! Tienen media hora pa volver con el plan y si no, ¡no vuelvan!

(Malvicio y Julius hacen mutis por el foro: afuera no encuentran rastros de los centinelas, ni de la estrategia, ni de las soluciones, ni de un plan; sólo unos restos difusos en el piso)


(Fin de la segunda escena)


Escena tercera y última


Monólogo de Pepus:

(puede ser transmitido por radio tres veces al día pero aún así es un monólogo)

Compatriotas, contertulios, compañeros; nos encontramos frente a una coyuntura difícil pero a la vez facilísima. Tenemos que caminar y esperar que aclare para que el camino que esperamos sea claro como la espera que nos aguarda al final del camino que no vamos a andar porque es de sabios quedarse donde uno está cuando no tiene idea ¡de pa-don-de-tie-ne-que-ir! Es simple. No hay dificultad que no podamos superar si nos juntamos todos para seguir separados para que podamos estar unidos ¡más-tem-pra-no-que-tar-de!

Contertulios, compatriotas, compañeros: Lo importante es ¡la-u-ni-dá! Y si pa mantener la unidá nos tenemos que dividir en cien, mil, un millón de-pe-da-zos, ¡lo-va-mos-a-ha-cer!

Nos vienen a convidar a arrepentirnos; ¡a nosotros, contertulios! ¡justo a nosotros! Ya nos hemos arrepentido hasta de habernos a-rre-pen-ti-do y ¡de-e-so-tam-bién!

Nos vienen a convidar a tanta mierda; ¡justo a mí, compatriotas! ¡a Pepus! Ya estoy hasta la coronilla na-dan-do-en-mier-da; pero es el abono de la refundación del reino, compañeros.

(afuera se escucha la detonación de una granada)

(Pepus piensa; todos tienen derecho a equivocarse; hasta Julius)

¡Compañeros, contertulios, compatriotas!

Una luz puntual nos ilumina al final del camino; habrá que pagar la factura, que cada vez es más alta. Pero queridos contertulios, compañeros, compatriotas... qué importa una factura más ¡si-ha-ce-ra-to-que-so-mos-bo-le-tá!

¡Queridos con tertulios, patriotas, ñeros! La patria, la de Artigas, ¡la-va-mos-a-en-con-trar!

Por más que en esas pajas sea cuestión de azar.


Cae el telón


(Pepus continúa hablando, hablando, hablando...)

(Se escuchan sirenas; afuera, una sombra se toma la cabeza y murmura: no me entrego... no se entreguen)

(Otras sombras se multiplican; una a una suman diez; diez a diez, cientos; ciento a ciento, miles)

La Sombra crece; y sonríe.

¿FIN?



Mengueche

Perdonen que yo sospeche


(Puede reproducirse, publicarse, interpretarse, pasarse de mano en mano, de correo en correo, boca o boca u hoja a hoja; siempre citando la fuente: “Mengueche”)

Ablando de oja... Me voy a tomar un Hoja de Otonio, me voy; ya vendrá la primavera ques inesorable, es.