clasismo, internacionalismo, socialismo

“Algo debe cambiar y la vía no se encuentra trazada por un desarrollo dentro de los marcos que nos ofrece el capitalismo. Ningún desarrollo en este marco garantizará las necesidades de los millones de niños, mujeres y hombres de América. Ninguna inteligente acción desarrollista-nacionalista que no ponga en juego la cuestión del poder para la clase obrera y el pueblo y la sustitución del capitalismo por el socialismo, garantizará esas necesidades.”

viernes, 18 de junio de 2010

El “factor Amodio” y el ocultamiento de la génesis de la derrota.

Debates (in)NECESARIOS

En estos días hemos leído ciertas declaraciones del señor Julio Marenales; las mismas hacen referencia a aspectos vinculados con la actualidad política, con la caracterización de algunos espacios orgánicos y algunos dirigentes y, también, con ciertos hechos vinculados al accionar del MLN-T a comienzos de los setenta y a la salida de la dictadura. El señor Julio Marenales hace referencia, también, a cierta reunión que se realizó semanas atrás en la Base Pinela; menciona, con cierta intencionalidad despectiva, a los “radicaletas” que participaron de dicho encuentro; hace referencia, además, a distintas cuestiones que, como es su costumbre, alude superficialmente colocándose como ajeno a las mismas y desde una supuesta posición marxista que ha pretendido cultivar a través de los años y que, creemos, ha sido tolerada en demasía por sus ex compañeros que aún se mantienen en posiciones revolucionarias y por quienes, no habiendo pertenecido al MLN ni al MPP, hemos, en estas dos décadas, permitido que ciertas ambigüedades y deformaciones se convirtieran en falsos paradigmas que miles, aún hoy, persiguen creyendo encontrar en ellos una salida a la situación económica, social y política.
Intentaremos, en pocas líneas y mirando al presente y al futuro horizonte revolucionario, señalar algunas cuestiones que creemos necesario debatir seriamente; de igual modo nos preguntamos (y preguntamos) ¿qué tiene que hacer el señor Julio Marenales en la Base Pinela? ¿Qué puede aportar el señor Marenales a quienes seguimos creyendo que la revolución es necesaria y posible?

Asumir la derrota en todos los planos

Las organizaciones de mayor peso, incidencia y poder transformador de las décadas del sesenta y setenta en nuestra tierra fueron el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros y el Partido Comunista. Estas organizaciones nunca pudieron concretar un acuerdo estratégico ni un accionar vinculado en lo táctico. En los hechos antagonizaron aunque, en lo declarativo, se manejaron con cierto respeto y prudencia. El MLN-T operó con una metodología de acción directa de carácter defensivo que nunca logró superar esa etapa propagandística. Su programa, lejos de ser socialista, estaba acotado a reivindicaciones radicales dentro del marco capitalista aunque contenía gérmenes antisistémicos; su componente predominante de base social pequeño-burguesa significó una limitante objetiva. El PC se manejó en el marco legal con una gran inserción e influencia en la clase obrera y marcó una clara hegemonía en la CNT y la izquierda legal, asimismo su influencia en sectores de la cultura fue significativa. Su programa inmediato antimperialista y sus objetivos estratégicos, de carácter socialista, claudicaron ante una opción revisionista y legalista que marcó su negro punto culminante el 9 de julio del 73.

Esta esquematización pretende señalar aspectos que deberán ser profundizados colectivamente; de igual manera creemos que todo debate de intencionalidad revolucionaria debería darse de cara al mañana, con claridad conceptual, con honestidad política y partiendo de dos premisas básicas, al menos dos; a saber: en primer lugar la revolución no es patrimonio de una generación específica (generación que, por otra parte, resultó derrotada política y militarmente; en algunos casos también ideológicamente). La revolución, hecho necesario y posible es, ante todo, un proceso material socio histórico y merece, entre otras cosas, análisis serios, elaboración teórica y hechos concretos. Además nos atrevemos a afirmar otra cuestión: es inocuo, infértil y carente de sentido creer que cierta suerte de “guerrillas mediáticas”, que pretenden camuflarse de debates, puedan aportar algo a las nuevas generaciones de intención revolucionaria que serán quienes coloquen nuevamente en la agenda histórica la cuestión de la revolución en esta comarca.

Creemos necesario discutir de otra manera y en relación a cuestiones no contingentes y sí fundamentales. Aportamos, por tanto, algunas de las que creemos podrían iluminar en un sentido positivo y de cara a la reconstrucción de un espacio revolucionario con su debida estrategia, organicidad y metodología.

Tres cuestiones nos parecen, entonces, primordiales. Una primera sería las negociaciones en el Batallón Florida, en la que participan, entre otros, Fernández Huidobro y Julio Marenales (por citar algunos); creemos imprescindible conocer por qué una organización guerrillera y de intención revolucionaria, prácticamente derrotada militarmente y casi destrozada organizativamente, considera posible negociar en esas condiciones con el enemigo; asimismo nos parece importante (imprescindible) analizar cómo se proponen tres cuestiones, supuestamente programáticas y concretas, como elemento para negociar una rendición incondicional en el plano operativo militar; estas son las vinculadas con el Plan pesquero, los ilícitos económicos y ciertas formas de producción cooperativa de carácter agropecuario. Una segunda cuestión que planteamos discutir es el expectante apoyo de las organizaciones de izquierda (tanto políticas como político-militares con la excepción del colectivo de Marcha, la OPR33 y ciertos destacamentos aún operativos de las FAR-O) a los comunicados 4 y 7 de febrero del 73. Una tercera cuestión significativa que sugerimos analizar es la claudicación del Partido Comunista y de la mayoría de la CNT (junto con diferentes sectores del Frente Amplio y algunos sectores constitucionalistas de las Fuerzas Armadas) en relación con el golpe de Estado y, fundamentalmente, con la huelga general y el 9 de julio, fecha en que se levanta la misma.

Un debate ¿postergado?

Estas cuestiones señaladas podrían aportar, desde un análisis materialista y dialéctico, colectivo y serio, ya no con una intención exhumatoria de un proceso traicionado sino, de manera reflexiva y creadora, en un sentido fermental y constructivo.

Parece muy simple (y muy forzado) continuar, a esta altura de la historia, adjudicando responsabilidades a ciertos traidores; Amodio Pérez fue un traidor; hubo otros, en todas las organizaciones pero, ¿es serio afirmar o sugerir que fuimos derrotados, en tanto clase explotada, por su papel en un proceso complejo y contradictorio? ¿No cabe analizar si la estrategia elaborada en el Plan Hipopótamo y el Plan Collar del MLN-T no era un verdadero disparate político y militar? ¿No cabe analizar si la estrategia de acumulación legal y parlamentaria del Partido Comunista no era, desde el comienzo, una vía muerta? ¿No es necesario asumir que las estructuras orgánicas del MLN-T y del PC (por citar sólo las más numerosas) fueron desbaratadas por estar concebidas de manera incorrecta, y no estar adaptadas a una lucha prolongada en todos los frentes? ¿No es necesario asumir que las estrategias de liberación nacional, tanto por vía guerrillera como por vía legal llevan a las fuerzas revolucionarias y de clase a negociar (y por tanto rebajar) su programa con sectores que antagonizarán, más tarde o más temprano, con opciones antisistémicas? ¿No es imprescindible comenzar un debate serio y colectivo para predefinir y perfilar qué tipo de organización se requiere, qué metodologías son necesarias y qué estrategia continental, regional y local deberemos elaborar para imbricar dialécticamente con las diferentes tácticas de los sujetos de la revolución americana?

Creemos que estos son algunos aspectos que deberemos abordar cuando termine este banquete electoral (ya que no lo hemos hecho hasta ahora) en el que muchos comen, algunos esperan migajas y otros miran. Estamos seguros (absolutamente) que mientras tratemos los problemas de la revolución como cuestiones de “familia” y lo que es peor, como cuestiones de los “viejos” de la “familia”, estaremos retrasando el proceso y, de alguna manera imperceptible, encaminándolo por los mismos rumbos, los cuales llevarán, inevitablemente, a la misma derrota; aunque esta vez como farsa.

QUINO